No hay duda, vivimos en la era digital. Cada día dependemos más de plataformas digitales, internet y dispositivos. Ninguna actividad en el planeta azul ha quedado fuera de esa arrolladora y sutil transformación.
La columna de Alexis Charris Palacios
Periodista y comunicador
Hoy lidiamos con el “sexting” (sexo por chat), o con protegernos de “La Nube”, que guarda perfiles cibernéticos de cada persona con toda clase de datos sobre nosotros, incluso algunos que nosotros mismos no conocemos.
Ese cambio llegó también al oficio del periodismo, y parece que los propios periodistas, no lo estamos entendiendo.
Tan solo hace 15 años, no había páginas digitales informativas, salvo las plataformas en las que los medios convencionales, colgaban “a texto completo” y como por obligación, sus contenidos. Para las televisoras sus webs eran más un menú de su programación, que una plataforma en sí misma.
¡Y de pronto… Llegaron las redes sociales! Entró Facebook en escena, Twitter, y los teléfonos celulares mutaron a ser dispositivos inteligentes, pero aún en los medios no se entendía dónde nos estábamos metiendo.
Así que entre 2010 y 2011, se dio, a la par de la “Primavera Árabe”, lo que yo llamo la “rebelión de las webs”. Para aquellos días dirigí por unos meses la versión digital de La Estrella de Panamá y recuerdo que a veces tenía que pelear (literalmente) con algunos compañeros de trabajo, por el uso de contenidos que aquellos querían “guardar”, para la edición impresa del día siguiente.
Sé que otros diarios tenían un rígido protocolo de criterios de aquello que guardaban, para el “formato más importante” (el impreso por supuesto). En las televisoras, la pantalla principal seguía en el trono, relegando a los sitios web de tv a hacer una especie de herramienta de mercadeo.
Pero la explosión de las redes sociales y su efecto democratizador, en el acceso y la difusión de información, le quitó a los grandes consorcios mediáticos algo que aún no terminan de enterarse: El control…
Así los sitios web de medios convencionales se vieron forzados a colgar contenidos, diseñados y realizados para el consumidor de internet y surgieron en los últimos años decenas de “diarios digitales” que, junto a los portales de los convencionales, están atrapados en esa última barrera y no logran convertirse en un verdadero medio digital.
¡Fíjese! Los propios medios y lo peor, los propios periodistas llaman a sus portales informativos, “periódicos digitales”, arrastrando un ADN de otra especie que termina siendo más bien una tara, a la hora del ejercicio periodístico.
Es algo simple, pero determinante. El nombre “diario”, se basa en la periodicidad de su publicación, cada 24 horas, un plazo que en el periodismo actual es una eternidad. Así que, si un portal de noticias es un “diario digital”, se actualiza una vez al día, con lo que corre en otra carrera, una en la que sus contenidos seguramente ya no serán “noticias”.
Eso hace que un portal de noticias sea algo parecido a lo que llamo un “ciberimpreso”, texto y fotos, audio e imágenes, llevados del papel o la pantalla convencional, a una plataforma digital, sin variar la lógica con la que se edita, diseña o produce el material. Una versión de una plataforma forzada en otra.
Ciertamente, es un enorme desafío, sobre el que aún no hay nada escrito en piedra. De este lado de la barrera, nos quedaremos haciendo “ciberimpresos”, generando contenidos que interesan cada vez, a menos personas. Allá, al cruzar, está la audiencia del futuro esperando que hablemos en sus códigos, para conquistarles. En defensa propia de este hermoso oficio...
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